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Santander, esencia de Cantabria

Santander, esencia de Cantabria

Pocas ciudades tienen la suerte de combinar tanto y tan bien, naturaleza, cultura, gastronomía con su entorno urbano.

Construida y ordenada sobre cerros en torno a su puerto natural y abrazada por la bahía, considerada una de las más bellas del mundo, desde sus atalayas la belleza paisajística compagina con una edificación señorial que le confiere una personalidad única. Una ciudad donde habitan 200.000 personas que supo levantarse de los avatares históricos y de desastres que sufrió en forma de f

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uego; 1893 explosión del barco “Cabo Machichaco”; incendio en 1941 que destruyó la mayor parte de la zona antigua; para cimentar armonía entre lo urbano y un privilegiado entorno con significativos espacios verdes y mucha naturaleza en forma de playas, acantilados, montes, mar y ríos.

Ciudad eminentemente comercial y de servicios, aprovecha su clima oceánico para fomentar su clara vocación turística implementando los ingredientes necesarios para ser internacionalmente reconocida. Desde la placidez de un paseo por la Magdalena entre bosques y palacios de ensueño, el cosmopolitismo del Paseo de Pereda, el boulevard más emblemático de la ciudad que cuenta con innumerables edificios de gran belleza arquitectónica, el Palacete del Embarcadero, Puertochico, Gamazo declarado bien de interés cultural, el Muelle de Calderón con la escultura de los “raqueros” emblemáticos santanderinos. La grúa conocida como La Grúa de Piedra”. El “Centro Botín”, la Estación Marítima o el primoroso Paseo de Reina Victoria, antesala de las playas de La Magdalena, El Camello y, por supuesto, El Sardinero, su playa más internacional enclavada en la zona turística por excelencia de la ciudad sin obviar el sentirse pequeño ante el “Cabo Mayor” o las sensacionales vistas desde la bahía navegando en las lanchas que la cruzan hasta las playas del Puntal y de Somo

Situado frente a la bahía el Palacio de Festivales de Cantabria, obra del arquitecto Sáenz de Oiza, que acoge cada verano algunas de las muestras culturales más importantes del país en el festival Internacional de Santander.
La actividad cultural de la ciudad encuentra el complemento ideal con los museos de Prehistoria y Marítimo. El conjunto arquitectónico integrado por la Biblioteca , Casa-Museo de Menéndez Pelayo y el Museo Municipal de bellas Artes de Santander, y la Universidad Menéndez Pelayo..
Entre las fiestas de verano, resaltar "Los Baños de Ola", que rememora el nacimiento de las vacaciones de sol y playa en 1847. Santander adquiere en esta época nueva vitalidad y presenta un amplio programa de actividades deportivas, culturales y festivas. Al llegar Julio, con la festividad del Carmen y de Santiago Apóstol, la ciudad vive la Semana Grande para disfrute de la fiesta de naturales y visitantes. Santander es una ciudad plena de música, atracciones y fuegos artificiales.

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Gratificado el espíritu, como no, también el cuerpo puede gozar de una gastronomía basada en los productos de la mar con una oferta plural que puede adaptarse a todo tipo de bolsillos, tabernas marineras, tascas con platos, menús diarios y pinchos a precios populares y restaurantes de mantel con cartas más selectas. Oferta que nos lleva desde las sardinas a la brasa, las rabas -el plato santanderino por excelencia- los mejillones en salsa o la paella marinera, al arroz con bogavante. De pecado sería abandonar la ciudad sin probar antes el puding de cabracho y los maganos encebollados, calamares pequeños guisados en cebolla. De las carnes, que decir. Conocida la amplia tradición ganadera de Cantabria como describir el chuletón de buey, entrecot de novilla y las jijas, servidas normalmente con patatas fritas. En verano o en invierno otra delicatesen, el cocido montañés.

No es buen yantar si no remata con un buen postre. La propuesta amplia, algunos de los quesucos de Liébana, la quesada pasiega o la tarta de queso, cuajada, leche frita o helado de mantecado, especialmente popular en la ciudad. Postres realizados a base de hojaldre, como las polcas de Torrelavega, las pantortillas de Reinosa y las corbatas de Unquera.