De vuelta a Europa con Joan Vila
El domingo comienza en Newport (Estados Unidos) la novena etapa de la Volvo Ocean Race, la que trae de vuelta a la flota a Europa tras medio año navegando por aguas de África, Asia, Oceanía y América. Es la última etapa que puntúa doble de las tres restantes, la última larga y una de clásicas de la vuelta al mundo. En Newport, a cuatro días de la salida, charlamos con el navegante Joan Vila de lo que viene y de lo que ha venido hasta el momento.
Newport (Estados Unidos), 16 de mayo de 2018
En Newport hace frío, y llueve. Hoy parece que han dado tregua a los paraguas pero no a las dobles capas. La base del MAPFRE está en medio de la de Dongfeng y Vestas. En la planta de arriba hay una terraza y una única oficina, la de la tripulación. Allí es donde se reúnen, donde hacen el trabajo de oficina, donde estudian la ‘meteo’. Y allí es donde nos encontramos con Joan Vila, navegante. “¿Se puede?”.
3.300 millas. De Newport (Rhode Island, EE.UU.) a Cardiff (Gales). Un clásico.
Hace más de un siglo que cruzar de un lado al otro del Atlántico en barco es una competición. Charlie Barr, tricampeón de la Copa América, ganó en 1905 la Kaiser’s Cup en una goleta. En aquel entonces tardó poco más de 12 días, un tiempo espectacular teniendo en cuenta que hoy en día, 113 años más tarde, se prevé que la flota de la Volvo Ocean Race tarde unos nueves días (día y media arriba, día y medio abajo) en llegar a Cardiff.
Joan Vila lleva más de 40 años navegando y más de 30 como profesional de este deporte. En todo este tiempo han sido muchos los proyectos en los que ha trabajado y no cabe duda que como buen navegante suma una buena ristra de cruces del Atlántico. ¿Más de 20? “Menos seguramente, ¡tendría que empezar a contar!”. Acto seguido empieza a enumerar y contar con los dedos. Respuesta final: “Tal vez una quincena”.
¿Recordará la primera? “La primera vez que crucé el Atlántico fue de Lorient a Saint Pierre et Miquelon con el Fortuna Lights. Lo hicimos ida y vuelta, y cuando salimos el puerto de Miquelon estaba cerrado por hielo...”. Moraleja: calor, calor no hace cruzando el Atlántico…
Delante de él tiene dos ordenadores y a la derecha una especie de tableta. Números, mapas, flechas… todo un croquis de colores al que parece estar dándole vueltas. Sí, la ‘meteo’ de la próxima etapa.
“Estamos limitados al principio por las zonas de tráfico, de separación de navegación, y hay bastantes desde la salida de Newport hasta pasar Boston. A partir de ahí ya se abren las puertas y la limitación principal es la zona de hielos, pero este año está muy al Norte y eso da más oportunidades a diferentes rutas. Básicamente, a partir de ahí será ir un poco con el viento”, nos cuenta mientras mira al infinito.
“La pregunta principal en este punto es cuánto Norte ganar, lo que dependerá un poco del anticiclón de las Azores que parece que está bastante al Norte en medio del Atlántico”. Pim, pam, pum, ya tenemos destacado: ‘La pregunta principal es cuánto Norte ganar’.
“Yo creo que en esta etapa hay varias opciones a largo término. La información es tan buena y los partes son tan fiables que el Atlántico te permite el perder un poco al principio para luego ganar más al final. En otras etapas en las que las previsiones son más inciertas vas más conservador, pero los modelos del Atlántico suelen ser mucho más precisos y más fiables”.
La última edición de la Volvo Ocean Race en la que Vila participó, además de la actual, fue la de 2001-2002, hace más de 15 años y el mundo ha cambiado bastante desde entonces. El MAPFRE lidera la general pero ¿estará disfrutando de la regata? “Sí, por supuesto, no me arrepiento de haberla hecho aunque es dura y cansada”.
El olvido es un mecanismo de la memoria. Igual por eso no recordaba lo exigente, larga y cansada que es esta regata. “La verdad es que no, no lo recordaba, pero las cosas malas siempre se te olvidan. Lo que sí que recuerdo es que al final de cada vuelta al mundo te dices a ti mismo que ésta ha sido la última y que no las vas a repetir más, pero luego repites”.
Está claro que la Copa América, en la que ha estado plenamente involucrado en los últimos 10 años de su vida, no es lo mismo. “Eso también cansa pero al final hay tiempos de descanso en los que te puedes relajar un poco más, pero ambas cosas son, por diferentes razones, muy cansadas. Aunque las regatas sean un sprint, la Copa América también es una maratón por la preparación, empiezas unos años antes y ya te parece que no te va a dar tiempo a hacer las cosas”.
Le damos las gracias por su tiempo. Sonríe y dice: “Sin problema”. Y acto seguido vuelve a sus flechas, a sus mapas, a sus colores, a su ‘meteo’.
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