Tres orcas destrozan los timones de un barco frente a Oia, costa sur de Galicia
Los vascos Eduardo Múgica y Lucía Onzain, en ruta procedentes del Sur vivieron este domingo en la costa pontevedresa entre A Guarda y Cabo Silleiro, concretamente a la altura de Santa María de Oya, los siete minutos más angustiosos de su vida en el mar, cuando un grupo de orcas se abalanzó sobre ellos. Pretendían llegar a Baiona para repostar.
El Carmen, un velero de doce metros de eslora y ocho toneladas subían a motor en una mar completamente llana, con otro tripulante. Ocurrió a las siete de la tarde del domingo a catorce millas de la costa de Oia.«El mar estaba como un espejo y no hacía nada de viento, pero las vimos venir de lejos y, cuando estaban a menos de cien metros, una dio un salto en el agua y vimos el tamaño de lo que se nos venía encima. Fue muy inquietantes porque sabes que viene a atacar», recuerdan.«Sabíamos que había una probabilidad remota de encontrarnos con una familia de orcas y por eso navegábamos desde Lagos por fuera de los 3.000 metros de profundidad. La mala suerte nos condujo a que nos atacaran tres ejemplares.
Los protocolos de actuación en caso de encontrarse con orcas se contradicen. «Hay uno que establece que debe pararse el barco y otro que aconseja meter motor y no parar hasta que las orcas más agresivas se vean lejos de su familia y así opten por regresar con ellas», apuntan. Ambos insisten en que ante esta disquisiciones debe primar «en último término, el criterio de quien lleve el barco» y no saben dar consejos a quienes pasen por su situación, pero consideran que su actuación fue la idónea en su caso. «Nosotros optamos por meter motor en dirección a la costa porque la teoría es que así los ejemplares que te atacan, vuelven a la familia en cuanto sienten la distancia, y tuvimos un ataque de unos seis minutos. Fue violentísimo por lo que, aunque se diga que es un juego de las orcas y lo entendemos, un animal tan potente es capaz de hacer mucho más daños que el que nos hicieron a nosotros.
Las orcas golpearon la embarcación perdiendo el timón ya que rompieron los dos. «Íbamos a nueve nudos y, con cada golpe nos desplazaba la popa del barco. Cuando llegas a tierra y recuerdas esa violencia recuerdas la descarga de adrenalina y el miedo,
Estuvieron en comunicación con Salvamento Marítimo, que también se ofreció a remolcarlos, si bien pudieron llegar por sus propios medios al puerto deportivo de Baiona.