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Los vertidos accidentales desde buques tanque se mantuvieron en niveles mínimos también en 2017

El accidente del petrolero iraní Sanchi, el pasado mes de enero, nos recuerda que no existe la seguridad absoluta

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El hundimiento, el pasado 14 de enero, del petrolero iraní Sanchi en aguas del mar de china con 136.000 toneladas de condensado de hidrocarburos a bordo es el primer vertido grave de hidrocarburos procedente de un buque tanque desde el hundimiento del Prestige en diciembre de 2002. El Sanchi se fue a pique 8 días después de sufrir un abordaje con el granelero de Hong Kong Crystal el 6 de enero y de que su carga, un compuesto muy volátil y altamente inflamable, estallara en llamas.

 

Este accidente nos recuerda que, a pesar del más que notable descenso en el número de vertidos accidentales de hidrocarburos procedentes de buques tanque a lo largo de las últimas décadas, es imposible garantizar una seguridad plena.

 

Precisamente, la Federación Internacional Anticontaminación de los Armadores de Buques Tanque (ITOPF) acaba de publicar su informe estadístico sobre el año 2017, en el que se registraron únicamente dos vertidos accidentales de cierta importancia. El primero tuvo lugar en junio en el océano Índico, cuando un petrolero se hundió con 5.000 toneladas de crudo a bordo, y el segundo en septiembre en la costa griega, provocando un vertido de 700 toneladas. Junto con otros vertidos de menor entidad, ITOPF estima que se derramaron accidentalmente unas 7.000 t de hidrocarburos de buques tanque en 2017.

 

Las consecuencias medioambientales del grave accidente del Sanchi todavía están por determinar, aunque la cantidad de hidrocarburos vertidos en 2018 será mucho mayor que en los años precedentes. Pero, es justo tener en cuenta que, según ITOPF, en el promedio de los años 2011 a 2017, se han derramado unas 5.000 t/año, frente a una media de 19.600 t/año del decenio 2000-2009. Lejos quedan los años 90, en los que la media de derrames fue de 113.000 t/año. Desde entonces, los vertidos se han reducido en un 96%. Y ello a pesar de que, entre 1990 y 2017, el comercio marítimo de crudo y productos de petróleo aumentó un 76%, según Clarkson.

 

Los accidentes, en todo tipo de actividades, son algo consustancial a la condición humana y, aunque nos debemos plantear su eliminación absoluta como objetivo, tenemos también que reconocer que, en la práctica, es imposible de conseguir. Es justo reconocer y apreciar los esfuerzos de los armadores y tripulantes de buques que, desde el Prestige, han conseguido mantener al sector libre de accidentes muy graves durante 15 años. Y también es justo reconocer que las empresas petroleras, por medios de sus sistemas de vetting, cada vez más exigentes, han contribuido también a esta sustancial mejora del comportamiento medioambiental de los buques tanque.