Tamayo pretende hacer 2300 Km. en Groenlandia
EL HIELO de Groenlandia será una vez más terreno de pruebas para la expedición que en el verano austral del 2002 abordará el programa de Al Filo de lo Imposible con algunos alpinistas vascos.
Si el verano pasado quien partió para trabajar en este proyecto fue Juanito Oiarzabal, ahora es el Vizcaino José Carlos Tamayo quien abordará una comprometida travesía con el especialista Ramón Hernando de Larramendi y José Manuel Naranjo.
La travesía que van a abordar ahora pretende cruzar a través del mar helado de Groenlandia una distancia de 2.300 kilómetros, todo ello sin apoyos externos. Como dificultad añadida, la llegada a los hielos se realizará esta vez a pie, no como en la ocasión anterior que un helicóptero trasladó a los aventureros y sus equipos hasta la mancha de hielo.
Poner a punto los trineos y el sistema de desplazamiento a través de los hielos ayudados por el impulso con grandes cometas es la finalidad de esta travesía.
Larramendi, un veterano especialista en travesías polares, ha definido una serie de innovaciones propias para adaptar los trineos a las dificultades y rigores de la travesía. Así, se han reforzado las estructuras de los catamaranes que se construirán con los trineos y también los mismos trineos para que puedan ser reparados sobre la marcha cuantas veces sean necesarias sobre el mismo hielo. Llevarán además una tienda incorporada permanentemente entre los dos trineos que componen un catamarán. De este modo los expedicionarios podrán establecer turnos para abordar una navegación sobre el hielo sin descanso.
El viento como aliado
La base de la travesía antártica que los expedicionarios abordarán el año próximo y la que iniciarán en breve en Groenlandia consiste en avanzar con la ayuda del viento. Sin viento la rapidez no es posible, aunque Larramendi cuenta con que éste sopla las 24 horas del día en las regiones polares. De lograrse la travesía que los expedicionarios pretenden de toda la Antártida Oriental, se revolucionarían las travesías polares, precisamente gracias a la introducción de los nuevos trineos y la aportación del catamarán como nuevo medio para ‘‘navegar’’ sobre los hielos.