reflexiones en voz alta a modo de presentacion
Con la oportunidad que me brinda esta magnífica publicación, a partir de ahora voy a comenzar a escribir en este blog. Aprovechando este primer contacto con la red para a hacer unas reflexiones en voz alta sobe nuestro deporte según mis experiencias en el.
Hace mucho, mucho tiempo comencé a navegar en vela ligera, la única que existía en mi ciudad por aquel entonces, iniciándome como todos los de mi época con gran dificultad en el mundo de la competición en un Club en que solo unos pocos tomaban parte en este difícil arte de navegar y al que era prácticamente imposible acceder si no lo practicaba alguien de tu entorno. Era lo que en aquellos años tocaba como consecuencia de nuestra historia reciente.
En aquel entonces la vela era todo un arte, en el que primaba la persona sobre todo aquello que tenía que ver con este deporte; barcos, velas y aparejos.
Cuando comencé, la enseñanza de la vela dependía de que alguien te sacase de tripulante cuando el suyo le fallaba, lo que para nuestro pesar eran muy pocas veces lo que esto ocurría, por lo que nuestro aprendizaje se alargaba enormemente en el tiempo, pero eso no importaba, siempre seguíamos bajando para probar fortuna, tuviésemos o no suerte en el intento, curtiéndonos este duro aprendizaje para perseverar en esta disciplina deportiva.
En aquella dura, pero magnifica escuela tuve la inmensa suerte de conocer a personas que te trasmitían su afán y entusiasmo por este deporte. También conocí durante muchos años las velas de algodón egipcio, la jarcia de acero galvanizado, los cascos de madera que había que calafatear, la piola, los grilletes de hierro, las corcheras como salvavidas, la ropa de aguas que llevaban los pescadores y que no siempre nos era posible adquirir.
También aprendí el difícil arte de pintar los barcos, con el gran trabajo que esto nos suponía, el que nos tenía ocupados durante meses de duro afán y dedicación.
En todo ello nuestra generación fue autodidacta, nadie se ocupaba de nosotros y cuando digo nadie, quiero decir nadie.
También conocí la prohibición que hacia el reglamento, complicado como ninguno, a nuestro deporte para que no participasen los profesionales en las regatas a vela, así como la imposibilidad de publicitar algo en nuestros barcos.
Mucho antes de entrar en este mundo ya pertenecía al Club de mi ciudad, pero este en aquellos tiempos no dedicaban un solo segundo a unos chavales que querían navegar, o lo hacía alguien de tu entorno, o como decía antes, era casi imposible acceder a su práctica.
En aquellos momentos, cuando el tiempo y el esfuerzo no suponían un impedimento a los entonces estudiantes, sobre todo en los largos meses que en los que no se practicaba la vela, los de mi edad practicábamos otros deportes en otros Clubs.
En estos, la entidad en la que lo practicábamos se encargaba de entrenarnos para mejorar nuestro conocimiento del mismo y nuestro rendimiento, de facilitarnos el material, de conseguirnos el campo de juego y de llevarnos fuera de nuestra ciudad por cuenta de ellos, cuando por suerte conseguíamos llegar a clasificarnos en competiciones con las provincias limítrofes, de lo que estos clubes estaba orgullosos de que sucediese. Todo esto era un gran estimulo para nosotros, y nos afianzaba más aun en su práctica deportiva.
Cuando hacíamos vela en los meses de verano, nuestro Club se limitaba únicamente a dar las salidas a unos recorridos con balizas fijas, para que los socios hiciésemos lo que se llamaba pomposamente regatas; nosotros lo denominábamos “Valdecilla-Sardinero”, que era la única línea de autobuses que circulaba en la ciudad por aquellas fechas.
El Club no movía un solo dedo por mejorar nuestros conocimientos, ni tan siquiera lo hacía para que tomásemos parte en las regatas por él organizadas. Mucho menos nos facilitaba la mejora de nuestro escasísimo material.
La afición y el entusiasmo tenía que aportarlo uno mismo. Esto poco contribuyo a la divulgación de la vela, todo lo contrario, en el camino se quedaron excelentes deportistas.
Cuando algún socio intento, en aquellos tiempos, hacer que en mi club cambiasen estas cosas, sencillamente le echaron. Como esto no se sostenía, tras un largo contencioso tuvieron que readmitirle. Con el tiempo esta persona fundo un magnifico Club en la capital del país.
Esto es lo que los chavales de aquella época veíamos y para nada comprendíamos.
El tiempo fue pasando. Poco a poco fuimos, a duras penas y por nuestros medios, aprendiendo como pudimos. El esfuerzo de hacer sacar chispas a nuestro obsoleto material y sobre todo la voluntad de nuestra generación por seguir navegando nos dio sus frutos, gracias exclusivamente a nuestros propios esfuerzos.
En estos momentos he pasado de los 50 años practicando este maravilloso deporte de la vela, la mayor parte de este tiempo dedicándome a la competición, unas veces con mejor fortuna que otras, sin que nunca me regalaran nada, pero siempre disfrutando con su práctica. He competido en cientos de eventos importantes, acudiendo en dos ocasiones a representar a nuestro país en la más grande competición de vela ligera, en la Olimpiada de Montreal y en la de Seúl. He navegado entre otros cientos de excelentes navegantes, contra figuras míticas como por citar algunas Paul Elwstrom, Los hermanos Grael, Augy Diaz, Paul Cayard, Mark Reynolds, Antonio Gorostegui, Alejandro Abascal, Fernando León, etc., etc. Estando satisfecho de todos estos años que lo he ejercitado, y de las situaciones que como consecuencia de esta práctica he temido y que han servido para forjarme.
He visto a lo largo de este largo periodo de actividad náutica un avance inimaginable en todos los campos que le afectan. Viendo como la vela ha pasado de ser un arte en el que la persona era fundamental, a depender cada vez mas de la tecnología y del material, lo que conlleva cada vez más la pérdida del sexto sentido que hacía falta para destacar o simplemente para practicar la vela. No sé si ello será mejor o peor, pero está claro que nunca será igual.
Como consecuencia de este largo periodo de practicar la vela, cada vez que compito en estos momentos me hago infinidad de preguntas sobre el deporte que me ha acompañado toda mi vida, a las que pocas contestaciones obtengo.
Actualmente es más difícil encontrar tripulantes para formar tripulaciones que cuando comencé a navegar, eso a pesar de los cientos de escuelas de vela que invaden nuestro litoral, en las que todas, sin trasmitirte nada, solo inculcan al neófito a ser Olímpico, con un canto de sirenas del que es difícil el sustraerse, pero abandonándole a su suerte una que vez que ha terminado el cursillo, y cuando se reengancha, es a costa de seguir pagando la cuota de la escuela.
En nuestro Club poco han cambiado las cosas a lo largo de estos años, solo durante un corto paréntesis a la mitad de este largo periodo, y las que lo han hecho no siempre han sido para mejorar.
Fue un triunfo conseguir alargar la temporada de regatas a la época invernal. Nos llevo años conseguirlo. Ahora las tornas han cambiado, cuando se paraliza la actividad es en verano, la mejor época para practicarlo.
Afortunadamente ha aumentado el número de participantes, aunque no en la cantidad que a una ciudad correspondería. La participación en la competición sigue siendo, única y exclusivamente a expensas del esfuerzo del deportista, por ello no acabo de entender porque hay que inscribirse en una regata por una entidad deportiva que no le interesa, ni se preocupa para nada del deportista que la representa.
Este largo periodo de actividad me ha llevado durante muchos años a lo largo y ancho de nuestro país y del extranjero, donde he podido evidenciar in situ y por medio de otras gentes que estos tenían los mismos problemas, incluso aun mayores. Con los dedos de una mano podía contar los casos en que la generalidad de lo indicado no ocurría. Comprobando que el aumento de deportistas en estos más de 50 años no se corresponde en ningún caso ni al aumento del nivel económico, ni al demográfico, lo que no deja de ser frustrante (decepcionante) para aquellos que deberían fomentarlo como son las federaciones y los clubes, las que desgraciadamente están en otra cosa.
Un saludo
Chiqui